Además de la teoría sobre la obra que hemos estudiado en el libro de texto, repasaremos los principales aspectos teóricos de la obra en el siguiente resumen:
Una
novela realista.
El
Lazarillo
de Tormes
es una carta. Está escrita por un pregonero llamado Lázaro, quien
cuenta su propia vida para satisfacer la curiosidad de un conocido al
que se dirige con el tratamiento de “Vuestra Merced”. Su
autobiografía abarca unos veinticinco años y está enmarcada en un
contexto geográfico e histórico muy concreto: el reino de Castilla
en la primera mitad del siglo XVI. Es decir, el autor refleja en su
obra una realidad contemporánea, algo que será muy característico
del tipo de ficción que se origina con obras como el Lazarillo
y el Quijote:
la novela moderna, que tiene un profundo carácter realista.
La
novela se escribió a mediados del siglo XVI, ya que las ediciones
más antiguas que conservamos del libro datan de 1554. La obra se
publicó como anónima, lo que puede explicarse por dos razones:
-En
primer lugar, la novela contenía numerosas críticas a algunos
estamentos de la Iglesia, así que era lógico que el autor no la
firmase para evitar represalias.
-También
parece que el anonimato tiene razones literarias, ya que a mediados
del s.XVI se puso de moda que algunos escritores publicasen sus
cartas personales, en las que podían relatar chismes, explicar su
propia vida o dar a conocer historias reales de sus familiares o
vecinos. Así que es posible que el autor del Lazarillo
de Tormes
ocultase su nombre para que los lectores pensasen que estaban leyendo
la autobiografía de una persona real, porque en la novela se narra
la historia de un muchacho de origen humilde, contiene alusiones a
personajes históricos y menciona poblaciones tan concretas como
Salamanca, Maqueda, Torrijos, Toledo… Es decir, no parece una
ficción, sino un relato verídico. Además, la obra no está escrita
en el estilo elevado propio de los escritores cultos sino con un
lenguaje de apariencia coloquial.
Contradiciendo
la voluntad del novelista, los historiadores de la literatura han
investigado mucho para identificar al autor del Lazarillo.
La obra se ha atribuido a Juan y a Alfonso de Valdés, a Sebastián
de Orozco y Diego Hurtado de Mendoza entre otros. No obstante, la
novela da algunas pistas sobre la persona que la escribió. Parece
claro que el autor era de Toledo o vivía en la ciudad, pues conoce
bien la población y sus alrededores. Sin duda era un humanista, un
escritor culto que manejaba el latín y es muy probable que fuese
fraile o clérigo, ya que demuestra una gran familiaridad con la
liturgia católica y los Evangelios. Asimismo, se ha especulado con
que el creador del Lazarillo
pudiera ser un converso, un cristiano descendiente de judíos, ya que
pone en cuestión el concepto tradicional de la honra que imperaba en
la sociedad española del s.XVI, algo que hacían con mucha
frecuencia los conversos.
Estructura
del Lazarillo
de Tormes
Aunque
esta obra pueda parecer una autobiografía real, gran parte de los
sucesos que relata están basados en materiales de origen literario.
De hecho, la novela tiene una estructura muy similar a la de los
cuentos folclóricos, en los que es frecuente que el héroe abandone
su hogar y comience a vivir aventuras porque debe conseguir algo que
necesita. En los cuentos folclóricos, la aventura del héroe
consiste a menudo en superar una serie de pruebas para conseguir lo
que busca.
Por
otro lado, un buen número de los sucesos que Lázaro relata como
vivencias propias son en verdad anécdotas de origen tradicional,
cuentecillos que la gente en la Edad Media y en el Renacimiento se
explicaba por la calle. Así, casi todos los lances que le suceden a
Lázaro con el ciego pertenecen a la tradición folclórica: el golpe
contra el toro de piedra, el cambio de la longaniza por el nabo…
Sin embargo, esas aventuras están tan bien acomodadas en el relato
autobiográfico de Lázaro que parecen creadas a propósito para la
novela.
Para
comprender la vida de Lázaro podemos distinguir dos grandes
períodos:
El
aprendizaje (comprendido
en los capítulos I al III).
El
ascenso social
(integrado por los capítulos IV al VII).
El
protagonista de la novela comienza su andadura sirviendo de forma
sucesiva a un ciego, un clérigo y un hidalgo, quienes pertenecen
respectivamente a los tres estamentos esenciales de la sociedad del
s. XVI: el pueblo, la Iglesia y la nobleza. Pero los tres manifiestan
grandes defectos morales que los convierten en tutores poco
recomendables para un niño. El ciego es un hombre sagaz e ingenioso
pero profundamente mezquino. El clérigo de Maqueda es una persona
dominada por los pecados de la hipocresía y la avaricia que lleva
una vida ruin, mientras que el escudero es un hidalgo que intenta
ocultar su realidad de hombre arruinado afanándose en simular que es
rico.
Estos
tres personajes tienen precedentes en la literatura pero al mismo
tiempo están muy arraigados en la realidad social de la España del
siglo XVI. De hecho, en aquella época era muy frecuente que los
niños sin hogar entraran al servicio de ciegos, clérigos o nobles,
pues la ley les exigía que se pusieran bajo la tutela de un adulto.
De
esta forma, observamos que los tres capítulos iniciales de la novela
forman una unidad cuyo núcleo es el hambre.
Con cada uno de sus tres primeros amos, Lázaro pasa más necesidad
que con el anterior: con el ciego prueba algunos alimentos, con el
clérigo apenas come unas migajas y con el escudero no sólo no
recibe comida sino que es Lázaro quien alimenta a su señor. En
estos tres capítulos el muchacho vive en una extrema pobreza y debe
recurrir a la mendicidad para subsistir. Pero, al tiempo que sufre,
Lázaro vive un
proceso de aprendizaje:
a través de sus experiencias, abandona su inocencia inicial, se hace
cargo de que en la sociedad de su tiempo conviene guardar las
apariencias y asimila que la nobleza no depende de la posesión de un
gran patrimonio sino de la capacidad para fingirse rico.
Tras
concluir su proceso de aprendizaje, Lázaro abandona la mendicidad y
comienza su ascenso social. En los capítulos cuarto a séptimo, el
personaje ya no acepta al primer señor que se le ofrece sino que
elige por sí mismo a sus amos, entre los que predominan los
religiosos. En el capítulo cuarto, acompaña a un fraile de la
Merced inclinado a la lujuria. Posteriormente, el protagonista de la
novela se pone al servicio de un buldero, un predicador profesional
dedicado a la venta de bulas y que estafa a la gente simulando falsos
milagros.
A
partir del capítulo sexto, Lázaro se pone a trabajar. Primero como
aguador al servicio de un capellán, luego como pregonero de vinos,
oficio que, durante el Siglo de Oro, se consideraba uno de los más
viles y menos honroso. Gracias a este trabajo, Lázaro conoce al
arcipreste de San Salvador, con quien cree alcanzar “la cumbre de
toda buena fortuna”.
Ahora
bien, lo lamentable es que Lázaro consigue su bienestar material a
costa de su degradación moral. Casándose con la criada y amante del
arcipreste de San Salvador, el personaje consigue un bienestar
material que de otra forma no estaría a su alcance. Por desgracia,
esta situación se daba con frecuencia en el s.XVI: no eran pocos los
clérigos que casaban a sus amantes con un pobre desgraciado para
encubrir su lascivia.
Una
visión crítica del Lazarillo
de Tormes
La
novela puede leerse de dos formas:
-Como
una novela divertida e intrascendente.
-Como
un libro profundo y comprometido con la realidad social. La carga
social se percibe en las injusticias de una sociedad en que los ricos
gozan de todo tipo de privilegios mientras que los pobres sólo
pueden sobrevivir a costa de una lamentable degradación moral.
Por
otro lado, el Lazarillo
denuncia con rigor los vicios sociales propios de la España del
siglo XVI, pues nos da a entender que la perversión moral de Lázaro
es una consecuencia de las malas enseñanzas que el personaje ha
recibido de sus amos.
Asimismo,
en la novela se detecta una crítica al concepto tradicional de la
honra. En la España del Siglo de Oro, el honor se había convertido
en un sentimiento obsesivo: con tal de mantener la buena reputación,
la gente estaba dispuesta a fingir lo que no era e incluso podía
llegar a matar.
La
lengua del Lazarillo
La
novela está escrita por un autor culto pero narrada por un hombre
sin estudios, de ahí que en la obra se perciban dos niveles
lingüísticos casi antagónicos. Lázaro nos cuenta su vida en el
estilo llano y coloquial propio de quien escribe una carta familiar:
utiliza frases hechas y refranes. Pero al mismo tiempo, hay en la
obra ciertas figuras estilísticas que delatan a un autor que conoce
bien la lengua:
antítesis
(“mi
trabajosa vida pasada y mi cercana muerte venidera”).
paradojas
(“dulce y amargo jarro).
paronomasias
(“al tercer día me vino la terciana”).
La
figura retórica que resulta más significativa es la disemia,
que consiste en emplear frases con doble sentido. Con frecuencia,
Lázaro emplea una expresión con un determinado significado aunque
el autor le atribuya otro. Por ejemplo, cuando el narrador dice que
“ven a mi mujer irle a hacer
la cama”
al arcipreste, el lector entiende que la mujer de Lázaro no se
limita a ordenar la cama del arcipreste, sino que se acuesta con él.
Es decir, que el Lazarillo
de Tormes
aprovecha la ambigüedad como un recurso estilístico habitual, y eso
es consecuente con la dualidad que preside toda la obra, porque en la
novela casi todo tiene dos caras: el autor nos cuenta una vida que
parece verídica pero es ficticia, nos explica una serie de anécdotas
que parecen triviales pero que exigen una lectura trascendente,
presenta el caso de un hombre que se cree honrado pero no lo es. Por
lo tanto, todo en el Lazarillo
incide en una misma idea: que las cosas no son siempre lo que parecen
y que toda experiencia humana puede contemplarse desde múltiples
perspectivas y merecer juicios diversos.
LAZARILLO DE TORMES
Sentéme al cabo del
poyo y, porque no me tuviese por glotón, callé la merienda y
comienzo a cenar y morder en mis tripas y pan, y disimuladamente
miraba al desventurado señor mío, que no partía sus ojos de mis
faldas, que aquella sazón servían de plato. Tanta lástima haya
Dios de mí como yo había dél, porque sentí lo que sentía, y
muchas veces había por ello pasado y pasaba cada día. Pensaba si
sería bien comedirme a convidalle; mas, por me haber dicho que había
comido, temíame no aceptaría el convite. Finalmente, yo deseaba que
el pecador ayudase a su trabajo del mío, y se desayunase como el día
antes hizo, pues había mejor aparejo, por ser mejor la vianda y
menos mi hambre.
Quiso Dios cumplir mi
deseo, y aun pienso que el suyo; porque, como comencé a comer y él
se andaba paseando, llegóse a mí y díjome:
-Dígote, Lázaro, que
tienes en comer la mejor gracia que en mi vida vi a hombre, y que
nadie te lo verá hacer que no le pongas gana, aunque no la tenga.
«La muy buena que tú
tienes -dije yo entre mí- te hace parescer la mía hermosa».
Con todo, parescióme
ayudarle, pues se ayudaba y me abría camino para ello, y díjele:
-Señor, el buen
aparejo hace buen artífice. Este pan está sabrosísimo y esta uña
de vaca tan bien cocida y sazonada, que no habrá a quien no convide
con su sabor.
-¿Uña de vaca es?
-Sí, señor.
-Dígote que es el
mejor bocado del mundo y que no hay faisán que así me sepa.
-Pues pruebe, señor, y
verá qué tal está.
Póngole en las uñas
la otra y tres o cuatro raciones de pan de lo más blanco. Y
asentóseme al lado y comienza a comer como aquel que lo había gana,
royendo cada huesecillo de aquéllos mejor que un galgo suyo lo
hiciera.
Modelo de comentario de “Sentéme al cabo del poyo...”, de El Lazarillo de Tormes
El texto seleccionado pertenece a la novela El
Lazarillo de Tormes, perteneciente al
género de la novela picaresca. Aunque este género tiene su momento
de auge en el siglo XVII, El Lazarillo
ha sido considerada la primera novela de este género, si bien no se
dan en ella todas las características del mismo.
En
El Lazarillo,
no obstante, aparecen los rasgos fundamentales siguientes:
El protagonista es un
hombre vulgar y ordinario (anti-héroe).
Asimismo, es criado de
muchos amos.
Se presenta una visión
realista del mundo.
Se utiliza la forma
autobiográfica.
La intención de la obra
es de crítica y moralizante.
Como comprobaremos
en el texto que comentamos, podemos afirmar que El
Lazarillo cumple las características
fundamentales señaladas, a excepción de las que se producen en la
picaresca barroca. A saber:
Intensificación de la
visión amarga y pesimista del mundo.
Mayor presencia de lo
religioso y moral.
En
definitiva, la intención del autor fue dar categoría literaria a la
vida de un insignificante personaje, lo que cual le permite poner de
manifiesto su visión antiheroica del mundo y, al mismo tiempo, hacer
la crítica de la sociedad, fundamentalmente de la nobleza y el
clero. El autor se manifiesta contrario a ideas y costumbres de la
época, motivo por el cual, quizá, no dio a conocer su nombre y la
obra ha llegado anónima hasta nosotros.
La
novela se divide en siete tratados de diferente longitud como
corresponde a la importancia relativa de su contenido. El Tratado 1º
narra la niñez de Lázaro y su aprendizaje con el ciego; el 2º
cuenta el episodio del clérigo avariento, en el que sigue la
evolución psicológica del personaje; el 3º es el episodio del
escudero, donde Lázaro aprende que la gloria se basa en la mera
apariencia; los tratados 4º y 6º son meramente episódicos y sólo
presentan nuevos amos; el 5º es el episodio del buldero y en él
aprende que con mentiras y astucias se puede llevar una vida holgada;
por último, en el 7º Lázaro llega a lo que considera “la cumbre
de toda buena fortuna”, afirmación irónica porque a lo único que
ha llegado es a ser pregonero de vinos en Toledo y criado de un
capellán con cuya protegida se casa. La novela termina, pues, con el
cierre de la evolución psicológica del personaje, que comenzó
siendo un niño ingenuo y termina en ser un hombre conformado con su
suerte.
El
fragmento que comentamos pertenece al tratado 3º, en el que sirve a
un escudero que no tiene absolutamente nada y el criado tiene que
alimentarlo, procurando no herir su dignidad. Corresponde a uno de
los momentos más conmovedores de la novela: A Lázaro le han
regalado una uña de vaca y algunas tripas cocidas que reparte con su
amo. Al ver la altanería y, a la vez, el hambre de éste, el
muchacho se lamenta de su desventurado amo, preocupado siempre por
aparentar una condición que no posee. Podemos considerar que el
texto trata el tema de
la fraternidad humana como motivo novelesco.
En
cuanto a la estructura interna
del fragmento, este se divide en tres partes:
1ª
parte (“Sentéme al cabo del
poyo...hambre”): El criado cuenta sus
cautelas para invitar al amo a comer con él, sin herir su dignidad.
2ª
parte (Quiso Dios...sepa”):
Ambos tienen una conversación, en la que el escudero alaba a Lázaro
y al bocado que trae para disimular sus ansias por comer.
3ª
parte: (“Póngole...hiciera”):
Lázaro describe las ganas con que su amo se come aquellos despojos.
Un
análisis de los elementos narrativos nos lleva a ver un narrador
en 1ª persona, que es el propio Lázaro, de ahí su carácter
autobiográfico.
Los
dos personajes
que aparecen son Lázaro y el escudero y nos son descritos a través
de una caracterización indirecta, es decir, la información que
sobre ellos recibimosse consigue a través de sus actos y de lo que
dicen. El primero se compadece de su desventurado amo, al que no
quiere herir en su dignidad. El segundo se muestra ridículo,
intentando disimular su hambre, revoloteando en torno al criado y
buscando la alabanza para atraerle y que le dé de comer. Los dos
están perfectamente caracterizados por su forma de actuar y Lázaro,
además, nos transmite su pensamiento acerca del momento que se
narra.
El
espacio en que se desarrolla lo relatado es un lugar cerrado, en el
ámbito de la casa del amo. Los hechos se desarrollan en un tiempo
pasado, anterior al momento en que el narrador se encuentra y
transcurren en un orden
lineal.
Por
lo que se refiere a la técnica y
estilo, es claramente visible el uso
del diálogo, dando al fragmento un carácter casi teatral. Se
observan muchos recursos: palabras con doble sentido (“Póngole
en las uñas la otra”) para dar
cuenta del hambre del amo; repeticiones (sentí
/ sentía; pasado / pasaba; ayudarle /ayudaba);
comparaciones (como había de él; y no
hay faisán que así sepa); ironía y
burla (“la muy buena que tú tienes te
hace parecer la mía hermosa”);
hipérbole /”que no habrá a quien no
convide con su sabor”); paronomasia
(“como comencé a comer”.
El diálogo ágil junto con los recursos descritos hacen del
fragmento un pasaje de gran plasticidad y de fácil recreación en la
mente del lector. Por otra parte, el lenguaje es llano, sin
afectación alguna, como corresponde al siglo XVI. En esta sencillez
elaborada reside en gran parte el atractivo de la obra.
Por último, y a
modo de conclusión,
diremos que la evidente crítica social que se desprende del libro, y
de este fragmento también, justifica el deliberado propósito del
autor de permanecer en el anonimato. Los personajes y el ambiente del
texto, al igual que el que aparece en toda la obra, corresponde con
un mundo de marginados sociales. En la actualidad existen también
personas que por diversos motivos viven al margen de la sociedad. Su
forma de vida, comportamiento, aspiraciones, causas de su
marginación, etc. han dado lugar también a obras importantes de
nuestra literatura. Aquí, vemos como el Lázaro da muestras con su
comportamiento de esa evolución de la que hablábamos anteriormente,
según la cual conoce las miserias de su amo y actúa en
consecuencia. En cuanto al estilo utilizado, encaja en la mentalidad
renacentista, basada en la sencillez alejada de toda artificiosidad,
que aparecerá en el siglo siguiente.
También puedes consultar:
http://recursos.cnice.mec.es/lengua/alumnos/comentario_textos/modelo_narrativa.htm
( CONTROL DE LITERATURA )
Comentario del espisodio del arcaz
Texto
:
Otro día,
no pareciéndome estar allí seguro, fuime a un lugar que llaman
Maqueda, adonde me toparon mis pecados con un clérigo que, llegando
a pedir limosna, me preguntó si sabia ayudar a
misa. Yo
dije que sí, como era verdad; que, aunque maltratado, mil cosas
buenas me mostró el pecador del ciego, y una dellas fue ésta.
Finalmente, el clérigo me recibió por suyo.
Escapé
del trueno y di en el relámpago, porque era el ciego para con éste
un Alejandro Magno, con ser la mesma avaricia, como he contado. No
digo más sino que toda la laceria del mundo estaba encerrada en
éste. No sé si de su cosecha era, o lo había anexado con el hábito
de clerecía.
Él tenía
un arcaz viejo y cerrado con su llave, la cual traía atada con un
agujeta del paletoque. Y en viniendo el bodigo de la iglesia, por su
mano era luego allí lanzado,y tornada a cerrar el arca. Y en toda la
casa no había ninguna cosa de comer, como suele estar en otras:
algún tocino colgado al humero, algún queso puesto en alguna tabla
o en el armario, algún canastillo con algunos pedazos de pan que de
la mesa sobran. Que me parece a mí que aunque dello no me
aprovechara, con la vista dello me consolara.
Solamente
había una horca de cebollas, y tras la llave en una cámara en lo
alto de la casa. Déstas tenía yo de ración una para cada cuatro
días; y cuando le pedía la llave para ir por ella, si alguno estaba
presente, echaba mano al falsopecto y con gran continencia la
desataba y me la daba diciendo:
"Toma,
y vuélvela luego, y no hagais sino golosinar"Como si debajo
della estuvieran todas las conservas de Valencia, con no haber en la
dicha cámara, como dije, maldita la otra cosa que las cebollas
colgadas de un clavo. Las cuales él tenía tan bien por cuenta, que,
si por malos de mis pecados me desmandara a más de mi tasa, me
costara caro. Finalmente, yo me finaba de hambre.
Pues, ya
que conmigo tenia poca caridad, consigo usaba más. Cinco blancas de
carne era su ordinario para comer y cenar. Verdad es que partía
comigo del caldo. Que de la carne, ¡tan blanco el ojo!, sino un poco
de pan, y pluguiera a Dios que me demediara.Los sábados cómense en
esta tierra cabezas de carnero, y enviábame por una quecostaba tres
maravedís. Aquélla le cocía y comía los ojos y la lengua y el
cogote y sesosy la carne que en las quijadas tenía, y dábame todos
los huesos roídos, y dábamelos en el plato, diciendo: "Toma,
come, triunfa, que para ti es el mundo. Mejor vida tienes que el
Papa.""¡Tal te la dé Dios!", decía yo paso entre
mí.A cabo de tres semanas que estuve con él, vine a tanta flaqueza
que no me podía tener en las piernas de pura hambre. Vime claramente
ir a la sepultura, si Dios y mi saber no me remediaran. Para usar de
mis mañas no tenía aparejo, por no tener en qué darle salto. Y
aunque algo hubiera, no podía cegarle, como hacía al que Dios
perdone, si
de
aquella calabazada feneció. Que todavía, aunque astuto, con
faltarle aquel preciado sentido no me sentía; mas estotro, ninguno
hay que tan aguda vista tuviese como él tenía.
[…]
Comentario
:
Refieriéndonos
a la estructura de la obra literaria, a la que pertenece este texto,
podemos decir que la trama está dividida en capítulos o más bien
tratados, episodios en los que la historia avanza haciendo uso de la
continuidad (relacionar un capítulo con el anterior) y de los saltos
temporales (omisión de lo sucedido en años).
El
realismo de la obra es notable ya que la manera de contarlo es la
misma que si el protagonista, Lázaro, la estuviera contando a un
público, emplea un lenguaje popular “Escapé
del trueno y di en el relámpago” lleno
de expresiones coloquiales y elementos humorísticos
"Toma,
come, triunfa, que para ti es el mundo. Mejor vida tienes que el
Papa." "¡Tal te la dé Dios!"(ironía)
que ayudan a que la historia parezca real. Aunque al acabar la obra
te cuestionas si pudo haber pasado una persona por tantas historias y
llegas a la conclusión de que las anécdotas y peripecias por las
que pasa el protagonista son seguramente sacadas de las historias
populares, he aquí la clave del Lazarillo, si se divide es
verosímil, si se junta no.
Respecto
a la verosimilitud del personaje, Lázaro aparentemente es un
muchacho pobre, huérfano, común en la España del s.XVI,
digamos entonces que físicamente el personaje es real; ya luego, si
nos metemos en la parte psicológica es difícil creer que pueda
haber existido una persona tan sumamente inteligente y audaz como
Lázaro, haber salido de tantos aprietos y apuros, haber burlado a la
muerte tantas veces (inanición) es menos verosímil.
A
excepción del prólogo y del último capítulo, el Lazarillo es la
historia de una vida en pasado, una carta tratando de explicar un
suceso (adulterio de su mujer) y más profundamente justificar una
actitud (cinismo), durante la mayor parte de la obra el tiempo es
lineal teniendo lugar saltos temporales considerables (años) en los
últimos capítulos. Podemos considerar una elipsis si tenemos en
cuenta lo he explicado antes, se remite al pasado en una carta
escrita en presente, el tiempo externo data alrededor del s. XVI. La
historia transcurre en diferentes pueblos del área de Salamanca a
los que se menciona.
La novela
Lazarillo de Tormes tiene carácter de novela de aventuras y viajes
ya que el protagonista se enfrenta a una serie de pruebas que tendrá
que superar para continuar, llegando a viajar y enfrentarse a
diferentes adversidades que una vez superadas serán aventuras que
fortalecieron al protagonista, el nivel de dificultad de la prueba
aumenta acorde con la historia (ciego-clérigo-hidalgo). El narrador
de toda la obra es un narrador protagonista y por lo tanto está en
primera persona.
También puedes encontrar otro comentario en :
http://svpblog.blogspot.com.es/search/label/Lazarillo%20de%20Tormes
Comparto con vosotros un audiolibro de El Lazarillo de Tormes.
ResponderEliminarEspero que os sirva de ayuda, especialmente a todos aquellos que tengan dificultades para leer.
https://audiolibrosencastellano.com/juvenil/audiolibro-completo-lazarillo-tormes-anonimo-1554
Un saludo :)