https://docs.google.com/document/d/1O0FVji0tTPq7N0NUUamtZxtrI0CQ_Aa6BU3jeuQIK58/edit
Pincha aquí para ver CÓMO DEBES HACER EL COMENTARIO de un texto periodístico:
http://es.slideshare.net/reglisanchez/plantilla-para-el-comentario-critico-de-un-texto-periodistico
Ejemplos de textos periodísticos ( UNA COLUMNA PERIODÍSTICA): ejemplo tomado de fuente:
http://www.letralibre.es/2010/11/texto-periodistico-y-modelo-de.html
A continuación resumimos el comentario para adaptarlo a nuestro nivel de 3º ESO. Hemos dividido el comentario en apartados para facilitar su elaboración. Además no olvides que debes poner ejemplos de todas las características que nombres : EJEMPLIFICA : DE LO CONTRARIO UTILIZARÁS EL TEXTO COMO PRETEXTO y la nota final no será buena.
Título : SELECTIVIDAD
Los resultados de la prueba de selectividad de este año revelan, al menos en Cataluña, que la media de alumnos ha obtenido un suspenso en matemáticas aplicadas, en ciencias sociales, en lengua y literatura, en física y química. La estadística de que dispongo no indica qué asignatura es un coladero de tal calibre que ha permitido que el 87% de los alumnos presentados haya aprobado con una nota media de 5,8.
El fenómeno no es nuevo ni nos pilla desprevenidos y las voces que reiteran la gravedad de la situación lo hacen con aire desesperanzado. El mundo es cada día más competitivo y nosotros más incompetentes. Supongo que se refieren a nuestra incompetencia en el terreno de la ciencia y la tecnología, cosa que a mí me preocupa poco. Que la mayoría no pase el examen de química tiene una importancia relativa. Sólo se necesita un número determinado de químicos para atender las necesidades de la comunidad. Al resto nos basta con saber que el detergente de la lavadora no debe ingerirse.
Más preocupante es el pobre resultado obtenido por los estudiantes en el apartado de lengua, porque considero importantísimo que todo el mundo sea capaz de entender y expresar de palabra y por escrito ideas que vayan más allá de lo visceral y lo estrictamente deportivo, y esto, aunque nadie lo crea, sólo se aprende estudiando. Pensar que una cosa es hablar y escribir y otra distinta la gramática es un error muy extendido. Para comprobarlo sólo hay que acudir a los medios de difusión, donde advertirá que, aparte de algunos profesionales, el ciudadano se expresa como un protozoo. En el lenguaje oral, los gritos y los desplantes, algunos acentos locales, la imitación de defectos físicos y un casticismo barato disimulan la magnitud de la catástrofe. Por escrito, ni eso. Frente a esta situación, los políticos encogen sus anchos hombros. La enseñanza es un problema insoluble: alumnos reacios, profesores deprimidos, presupuesto insuficiente y un plan de estudios enmarañado e ineficaz. Sí, el resultado es malo, pero otros años fue peor. El mismo razonamiento que se aplica, por estas mismas fechas, a los incendios forestales. Y expuesto con un rigor y una elocuencia que en la prueba de selectividad sacaría, con suerte, un 3 pelado.
MENDOZA, Eduardo: Selectividad. EL PAÍS, 12-VII-2004
COMENTARIO DEL TEXTO PERIODÍSTICO ( SOLUCIÓN):
(INTRODUCCIÓN)
Nos encontramos frente a un texto periodístico, pues se caracteriza por transmitir la información de una manera inmediata (la fecha del texto demuestra esa inmediatez de la información en relación a los hechos contados o comentados), por tratar temas conectados con la realidad (en este caso, el pobre dominio de nuestra lengua demostrado por los resultados del examen de selectividad), y su intención de homogeneizar y orientar ideológicamente a los destinatarios (el autor claramente pretende convencernos de la necesidad de expresarnos correctamente).
(GÉNERO PERIODÍSTICO: ARTÍCULO DE OPINIÓN)
En cuanto al género, el texto pertenece a los denominados de interpretación, ya que el periodista cuenta los hechos (malos resultados de Selectividad) y los comenta mostrando su preocupación sobre todo por el fracaso concreto en el área de lengua. Se trata, por consiguiente, de un artículo de opinión, concretamente una columna, dada su breve extensión en la que predomina la subjetividad del emisor (“considero importantísimo”, tercer párrafo) y una clara finalidad didáctica, pues el escritor nos invita a reflexionar sobre el mal uso que hacemos de nuestra lengua. Por otra parte, el artículo no se somete a una rígida estructura y está firmado por un escritor de renombre, ajeno suponemos a la plantilla del periódico en que aparece el texto y que mantiene el interés a lo largo del escrito.
En cuanto al género, el texto pertenece a los denominados de interpretación, ya que el periodista cuenta los hechos (malos resultados de Selectividad) y los comenta mostrando su preocupación sobre todo por el fracaso concreto en el área de lengua. Se trata, por consiguiente, de un artículo de opinión, concretamente una columna, dada su breve extensión en la que predomina la subjetividad del emisor (“considero importantísimo”, tercer párrafo) y una clara finalidad didáctica, pues el escritor nos invita a reflexionar sobre el mal uso que hacemos de nuestra lengua. Por otra parte, el artículo no se somete a una rígida estructura y está firmado por un escritor de renombre, ajeno suponemos a la plantilla del periódico en que aparece el texto y que mantiene el interés a lo largo del escrito.
(CLASE DE ESCRITO: EXPOSITIVO- ARGUMENTATIVO)
El autor emplea la técnica expresiva de la exposición-argumentación, como corrobora el que informe sobre los hechos (el pésimo empleo de la lengua) y lo argumente (“Los resultados de la prueba de selectividad” , línea 1; “el ciudadano se expresa como un protozoo”, tercer párrafo). Como argumentaciones esenciales, recurre al apoyo proporcionado por las estadísticas (párrafo primero), a la analogía con el fracaso en otras áreas del saber (química, por ejemplo), a los ejemplos seleccionados de los medios de comunicación (tercer párrafo), a la desmotivación generalizada en el terreno de la enseñanza (tercer párrafo), etc. Son precisamente estas argumentaciones las que contribuyen también a dar coherencia y sentido al texto, ya que la defensa de la idea del autor se construye en torno a ellas.
Continuando con la coherencia, la tesis o tema defendido por el autor y que se constituye en el eje sobre el que gira todo el contenido del texto, se encuentra al principio del tercer párrafo, donde se defiende la necesidad de que todos sepamos entender y expresar correctamente las ideas y el único medio de aprenderlo es estudiando. En el presente caso, se han empleado como centro de interés de la información hechos culturales en relación con acontecimientos de actualidad (los resultados de selectividad).
La postura del autor ante el tema queda fijada ya en el primer párrafo como una mirada escéptica ante el dramático tema del mal empleo que hacemos de la lengua. Esta postura está presente en todo el texto e igualmente contribuye a darle coherencia.
( ESTRUCTURA DEL TEXTO)
El texto, estructurado externamente en tres párrafos de desigual extensión, se organiza internamente en tres apartados:
Planteamiento. Comprende todo el primer párrafo y nos informa de que, pese a los malos resultados generales de selectividad, los alumnos –gracias a alguna asignatura coladero- han obtenido una nota media de 5,8.
Desarrollo (párrafo segundo y casi la totalidad del tercero). El autor expone los posibles motivos de tan nefastos resultados y su preocupación por los mismos, sobre todo en lo que atañe a la lengua.
Conclusión (seis últimas líneas). El autor apela con desesperanza a los que únicamente podrían resolver tal situación: los políticos y todos los sectores implicados en el proceso de enseñanza-aprendizaje.
El título escueto del escrito (“Selectividad”) alude a un hecho concreto que ha constituido el detonante para la reflexión expresada por el escritor; por tanto, está perfectamente relacionado con el texto y resulta muy significativo.
(REGISTRO LINGÜÍSTICO O NIVEL DEL LENGUAJE)
El código está utilizado en su registro estándar, pues no presenta grandes variaciones sociales ni dialectales y se dirige, por tanto, a un lector muy heterogéneo, el lector de prensa, a quien aplica un tratamiento respetuoso que confiere al texto cierto grado de formalidad, como demuestra el uso de la tercera persona verbal en “advertirá” (tercer párrafo). En este sentido, se puede decir que existe adecuación entre el mensaje, el código y el registro lingüístico( REGISTRO FORMAL O CULTO) empleado.
El enfoque del autor es claramente subjetivo, tanto por la postura escéptica ante el tema, como por la selección de ejemplos que lleva a cabo (examen de selectividad, medios de comunicación…). Dicha postura subjetiva se manifiesta mediante distintos mecanismos de modalización: expresiones que denotan el grado de certeza con que se afirma lo dicho (“Que la mayoría no pase el examen de química tiene una importancia relativa”); la valoración negativa que hace de la realidad comentada mediante el léxico empleado (“Más preocupante es el pobre resultado…”); y la ironía presente en las últimas líneas del texto.
En cuanto a la propiedad textual de la adecuación, comenzaremos mencionando que el emisor del texto emplea la primera persona verbal (“la estadística de que dispongo”, párrafo primero) haciéndose presente en todo momento, y manifiesta su conocimiento del mundo mediante el empleo de datos tomados inmediatamente de la realidad (la estadística de selectividad, la situación en los centros de enseñanza, etc.), alusiones a diferentes áreas del saber (química, gramática…), el empleo de tecnicismos científicos (“protozoo”)… Este conocimiento del mundo se muestra también a través del empleo de una cita en estilo indirecto encubierto (“El mundo es cada día más competitivo y nosotros más incompetentes”, segundo párrafo), pues desaparece el verbo de lengua y se añade una expresión citativa (“las voces que reiteran la gravedad de la situación”, segundo párrafo).
(FUNCIONES DEL LENGUAJE: REPRESENTATIVA, EXPRESIVA, ...)
La función lingüística que predomina, además de la representativa (“Los resultados de la prueba de selectividad de este año revelan…”), es la expresiva, ya que el texto refleja las creencias y opiniones del autor (“Pensar que una cosa es hablar y escribir y otra distinta la gramática es un error muy extendido”).
( MARCADORES Y CONECTORES TEXTUALES)
El autor no utiliza muchos nexos ni marcadores para dar cohesión al texto. Para lograrla, ha recurrido fundamentalmente a los verbos en tiempo presente (“revelan”, “indica”, “es”, etc.). Además, emplea el párrafo partido, es decir, expresa una misma idea en dos párrafos unidos por expresiones de transición (“Más preocupante…”, que facilita visualmente la lectura apresurada del receptor de prensa. También encontramos la recurrencia presente en el sustantivo “fenómeno” que enlaza directamente con la curiosa contradicción expuesta en el primer párrafo; la repetición de la misma palabra (“resultados”). También sirve de cohesión el uso de deícticos de primera persona (“dispongo”, “me preocupa”, “considero”…), plural inclusivo (“El fenómeno no es nuevo ni nos pilla desprevenidos”) mediante el cual el emisor implica al destinatario en su propia opinión.
(RECURSOS LITERARIOS O FIGURAS)
El estilo del autor está marcado por el uso de las siguientes figuras:
estructuras paralelísticas de
sustantivo más adjetivo (“en matemáticas aplicadas, en
ciencias sociales”, “alumnos reacios, profesores
deprimidos, presupuesto insuficiente”
y bimembraciones (“en
lengua y literatura, en física y química”), recursos ambos
que, junto con el asíndeton o falta de nexo final contribuyen
a prolongar en la mente del lector la enumeración de materias
en las que los estudiantes han fracaso
. También utiliza la
metáfora “qué asignatura es un coladero” y la antítesis
“el mundo es cada día más competitivo y nosotros más
incompetentes” para expresar de forma plástica el
contrasentido expuesto en el primer párrafo entre los
resultados obtenidos en cada área y la nota media final. La
comparación “el ciudadano se expresa como un protozoo”
acentúa el nefasto uso que se hace de la lengua al identificar
la expresión del ser humano con la de un animal microscópico,
degradando mediante esta técnica esperpéntica a la persona
que así se expresa.
(LÉXICO)
El léxico se encuentra en consonancia con el tipo de registro utilizado que es el estándar, aunque con algún uso coloquial (“coladero”, “encogen sus anchos hombros”), mezcla característica del artículo de opinión. También es fundamental el empleo de oraciones enunciativas, como corresponde a un texto que pretende informar.
( CONCLUSIÓN)
En conclusión, el texto es periodístico, es un artículo de opinión o columna, en la que el autor refleja asiduamente sus opiniones sobre los más diversos temas. En esta ocasión, refleja su preocupación por el deterioro y empobrecimiento de nuestra expresión lingüística. Se puede decir que el tema es de rigurosa actualidad, pues cuando se publica el texto apenas acaban de conocerse los resultados de selectividad y es este examen el que sirve como elemento de reflexión del mal uso que hacemos los hablantes de la lengua.
http://lenguayliteratura2bach.blogspot.com.es/2009/02/comentario-de-una-columna-periodistica.html
http://www.letralibre.es/2010/11/texto-periodistico-y-modelo-de.html
COMENTARIO DE TEXTO DE UN EDITORIAL
RIENTACIONES
PARA EL COMENTARIO DE TEXTO
1.
APROXIMACIÓN.
·
Leer el texto una primera vez
con la intención de comprender su contenido y clarificar las
palabras o estructuras que puedan entrañar alguna dificultad.
·
Numerar las líneas de cinco en
cinco para poder consignar dónde se produce un determinado fenómeno.
·
Leer el texto una segunda vez,
con mayor detenimiento, al tiempo que se subrayan o apuntan aquellos
elementos destacables o interesantes para la interpretación y la
construcción del texto.
·
Determinar de qué tipo de texto
se trata (descriptivo, narrativo, expositivo, argumentativo,
conversacional) y a qué género pertenece (artículo periodístico,
reseña, debate, conversación, etc.).
·
Determinar los datos generales
del texto: quién es su autor, en qué obra aparece (periódico,
programa de televisión, etc.), lugar y fecha de emisión o de
publicación. Frecuentemente, conviene buscar datos adicionales
referentes al contexto que puedan ser relevantes (información sobre
el autor, la obra o el texto general donde se incluye, época y
movimiento si se trata de una obra literaria- elementos
extralingüísticos que puedan aparecer, etc.).
2.
PLANIFICACIÓN DEL COMENTARIO.
·
Establecer el tema del texto.
·
Concretar su estructura (partes
y contenido de cada parte).
·
Hacer una lista de las
características que se han observado.
·
Hacer un esquema de comentario.
Se deberá basar en la distinción entre aspectos esenciales y
secundarios, de manera que los segundos se vinculen a los primeros.
3.
REDACCIÓN DEL COMENTARIO.
·
Redactar el comentario teniendo
en cuenta que es un texto expositivo. Por tanto, hay que disponer una
estructura de tres partes: introducción (datos sobre el texto, tipo
de texto, género, etc.); desarrollo, donde se traten los aspectos de
las tres propiedades del texto; y una conclusión donde se sinteticen
las ideas más importantes presentadas.
·
Conviene no olvidar que la
finalidad del comentario es explicar el contenido y las
características discursivas y lingüísticas de un texto con la
intención de provocar una reflexión del receptor. No se trata de
explicar conceptos teóricos sino de aplicarlos con una finalidad
concreta: la del análisis.
JOSÉ MARÍA GUELBENZU
Adiós, 'glamour'
Ahora
que al mundo del cine lo acusan de repetitivo, de insustancial, de
vivir a costa de remakes,
de comedias tontas y de explosiones, llamaradas y toda clase de
efectos especiales, no dejo de pensar en lo que fue el mundo de las
estrellas hasta hace apenas treinta años, quizá menos. Porque lo
cierto es que las llamadas estrellas de la pantalla han desaparecido
del firmamento del cine. ¿Qué estrellas? Bien, estoy pensando en
actores como Cary Grant, James Stewart o John Wayne, o en estrellas
como Ava Gardner, Audrey Hepburn o Lana Turner. La verdad es que
nadie les exigió ser grandes actores o actrices, aunque unos lo
fueran de verdad y otros se limitaran a repetir su personaje. De
hecho ha habido grandes actores (Charles Laughton, por ejemplo) que
no alcanzaron la popularidad o el gancho de las estrellas, pero eso
era sencillamente porque las estrellas eran otra categoría y lucían
como tales por encima de cualquier otra consideración.
La
verdad es que aquél era un mundo de una falsedad total en el que
nadie era lo que parecía, pero también es cierto que sólo unos
cuantos seres de origen humano entre muchos miles alcanzaron la
categoría de estrellas. Y si alguien me pregunta qué tenían esos
elegidos que no tuvieran los demás, sólo les puedo responder con
una palabra: glamour.
Por
lo general, las estrellas de hoy se caracterizan por ser efímeras o
por ser sustituibles. Un año resulta ser la reina de las pantallas
Cameron Díaz y cuando ya la tienes localizada resulta que ahora la
reina es Jennifer Anniston; y apenas unos meses más tarde la reina
es una tal Angelina Jolie, pero luego abres el Tentaciones
de la semana siguiente y resulta que la que manda es la hija de
Goldie Hawn, que ya ni me ha dado tiempo a enterarme de cómo se
llama.
Los
tiempos cambian, qué duda cabe, y también cambia la velocidad de
crucero de los acontecimientos. Los músicos o los actores responden
a necesidades simples, a representaciones inmediatas. No hay dos Lou
Reed, pero hay centenares de Britneys Spears, y por eso son tan
fugaces; hoy todos los ombligos van al aire. ¿También cambian los
sueños? Las estrellas, los mitos, responden a deseos y originan
sueños. El culto actual a la velocidad, a la prisa, al logro
urgente, favorece el intercambio urgente, pero no permite el tiempo
de reposo que necesita un símbolo para conformarse; quizá tenga que
ver con la diferencia que existe entre un modelo y un espejo: el
primero es un resumen de ejemplaridad, del orden que sea; el segundo
se limita a reproducir nuestra imagen.
No
diré que confundo a Gwyneth Paltrow con Cameron Díaz, pero sí diré
que, más o menos, me da lo mismo una que otra. La diferencia es
escasa, el repertorio también y la imagen responde a un mismo
estereotipo. También era un estereotipo la rubia, pero ¡vaya si se
distinguía a Lana Turner de Marlene Dietrich! El problema está en
que las estrellas eran símbolos y aun mitos, y las estrellitas
actuales son chicas y chicos en todo semejantes a los espectadores
que les contemplan. ¿Democracia? ¿Igualitarismo? Me temo que la
razón es el puro ejercicio de la compraventa. 'Cómprese a sí
mismo' vienen a decirte. ¿Y las estrellas qué eran si no? Pues lo
mismo, en efecto, pero tenían glamour,
que es lo que no tenían los espectadores.
La
masificación sólo quiere más de lo mismo, y especialmente el
consumidor quiere verse reflejado en las pantallas. No quiere
imaginarse, quiere verse; ésa es la diferencia. Las estrellas eran
un producto, sin duda, pero entraban en una pantalla o en un salón y
suspendían el aliento de los presentes. No juzgo; yo, como decía
Guillermo Brown, sólo hago constar un hecho. ¿No hay mitos? Lo más
parecido hoy quizá sea una Sigourney Weaver, el resto parece un
interminable procesión de colegialas arregladas. Actores o actrices
admirables sigue habiendo, es una línea que se mantiene constante,
pensemos en Kevin Spacey o Julianne Moore; pero estrellas... El cielo
se ha desplomado sobre nosotros. O no necesitamos mitos o, lo que
sería más doloroso, ya no sabemos lo que es un mito.
El País,
lunes, 7 de enero de 2002
COMENTARIO
1.
TEMA.
El
autor lamenta la pérdida del glamour
en el panorama cinematográfico actual, como consecuencia de la
repetición de estereotipos vulgares que imitan, sin imaginación ni
encanto, los esquemas de la vida real.
2.
ESQUEMA DE LA ESTRUCTURA.
Partiendo
de una idea (o tesis) inicial, el autor la argumenta apoyándose en
el contraste entre dos épocas y a través de numerosos ejemplos.
Finalmente, concluye con la misma idea inicial, de modo que el texto
adquiere una clara estructura circular. Veámoslo:
1.
Tesis o idea principal: en la actualidad ya no hay verdaderas
estrellas de cine (1-4).
1.1.
Motivo de la reflexión: el panorama cinematográfico actual es
insustancial (1-3).
1.2.
Causa del fenómeno: han desaparecido las estrellas (3-4).
2.
Argumentación.
2.1.
Análisis y valoración del pasado (4-13).
2.1.1.
Análisis y valoración de las estrellas de entonces (4-9).
2.1.1.1.
Ejemplos de aquellas estrellas (4-6).
2.1.1.2.
Distinción entre buenos actores y auténticas estrellas (6-9).
2.1.2.
Análisis y valoración de los tiempos pasados (10-13).
2.1.2.1.
Es cierto que era un mundo ficticio, falso (10).
2.1.2.2.
El glamour
distinguía a unos pocos elegidos (10-13).
2.2.
Análisis y valoración del tiempo presente (14-26).
2.2.1.
Análisis y valoración de las estrellas actuales: son efímeras y
sustituibles (14-18)
2.2.2.1.
Ejemplos de estas estrellas (14-18).
2.2.2.
La causa de este cambio es la aceleración del presente con respecto
al pasado (19-26).
2.2.2.2.
Los artistas modernos responden a necesidades simples y
representaciones inmediatas, y por eso son tan fugaces (19-21)
2.2.2.3.
El culto actual a la velocidad y a la prisa provocan que no perduren
ni los sueños ni los símbolos (21-26).
2.3.
Comparación entre el ayer y el hoy (27-36).
2.3.1.
Hoy se confunden las actrices; son estereotipos (27-28).
2.3.2.
Antes las estrellas eran mitos; ahora son iguales a los espectadores
(28-30).
2.3.3.
Interpretación de la diferencia entre ambas épocas: aunque tanto
entonces como ahora las estrellas son un producto del mercado, al
menos las de antes tenían glamour
(31-36).
3.
Conclusiones. Se retoman ideas semejantes a las del principio
(36-41).
3.1.
Afirmación de que en el cine actual hay buenos actores, pero no
mitos (38-39), por dos razones:
3.1.1.
Porque no los necesitamos (40).
3.1.2.
Porque desconocemos el concepto de mito (41).
[Nota
importante: las referencias al número de línea no corresponden con
las del texto de la página 1, por desajustes producidos al cambiar
el dispositivo de impresión. El profesor deberá tener en cuenta
este factor a la hora de preparar o entregar el comentario a los
alumnos]
3.
TIPOLOGÍA TEXTUAL JUSTIFICADA.
El
presente texto, Adiós,
‘glamour’, de
José María Guelbenzu, es un artículo periodístico de opinión. En
correspondencia con este género, la tipología
predominante es la argumentativa,
dado que la intención del autor es trasladar al lector su particular
y subjetiva valoración de cómo ha cambiado la percepción actual
respecto de las estrellas de cine y de los mitos; el glamour
distinguía a las estrellas del pasado y ahora falta algo en las
“efímeras” y “sustituibles” figuras del presente. La
intencionalidad del autor se ve reforzada con marcas
lingüísticas propias de
la tipología argumentativa:
·
Utilización de la
primera persona del singular (“dejo”, “estoy pensando”, “solo
les puedo responder”, “no diré”, etc.).
·
Empleo de verbos y
diversas fórmulas que revelan opinión (“me temo”, “no diré”,
“no dejo de pensar”, “les puedo responder”, “ya no
sabemos”, etc.).
·
Preguntas
retóricas que llevan implícita la respuesta (“¿También cambian
los sueños?”, “¿Democracia? ¿Igualitarismo?”, “¿No hay
mitos?”).
·
Presencia de la
adjetivación modalizadora, de carácter valorativo y subjetivo
(“efímeras”, “sustituibles”, “admirables”, “doloroso”,
“fugaces”, “repetitivo”, “insustancial”).
·
Léxico cargado de
connotaciones (“glamour”,
“estrellas”, “símbolos”, “mitos”, “la reina”, “la
que manda”, “masificación”, “consumidor”, “compraventa”,
“modelo”, “espejo”, “interminable procesión de colegialas
arregladas”, “intercambio urgente”, etc.).
Se
puede afirmar, por tanto, que nos hallamos ante un texto con una
fuerte carga modalizadora, en el que prevalece la función conativa
(recordemos que, como texto argumentativo que es, pretende convencer
al receptor), fuertemente reforzada por la expresiva (preguntas
retóricas, adjetivación modalizadora, léxico connotativo, etc.).
4.
Características lingüísticas :
Habría
que comenzar diciendo que tanto el tema elegido como el género
textual condicionan en gran medida el tratamiento y el enfoque dados
por el autor. Éste, estimulado por un arranque nostálgico y desde
una rotunda defensa del especial encanto y fascinación que las
estrellas de antes (las de ahora apenas lo logran) despertaban en el
público, critica la pérdida del mito y la pobre sustitución del
glamour
por el “puro ejercicio de la compraventa”. Para ello, no
solamente nos ofrece
su punto de vista, sino
que también da cabida a otras
voces: “Ahora que
... especiales”, “Cómprese ... si no”. Así, desde el
principio, el emisor modelo va perfilándose como una persona de
cierta edad (sus gustos y preferencias así parecen demostrarlo en
varios pasajes del texto), cinéfilo (recurre a numerosos ejemplos de
actores y actrices), sugestionado por la magia del gran Hollywood de
otros tiempos, que permitía soñar y evadirse de la anodina
realidad, y, por último, observador agudo de la actualidad, la cual
sigue bastante de cerca, como demuestran sus referencias a actores y
artistas de la más reciente actualidad.
A
veces el registro
utilizado, por lo
general cuidado, elaborado, permite al receptor inteligente ver el
dardo sarcástico, despectivo, que Guelbenzu lanza contra el
espectador mediocre, que no ambiciona sueños y no espera nada
distinto a lo que es su propio reflejo. Es en estos casos cuando
oímos la voz más directa y coloquial del autor: “no hay dos Lou
Reed, pero... fugaces”; “no diré que confundo a ... otra”;
“También era ... Dietrich!”; “estrellitas actuales”; “más
o menos, me da lo mismo una que otra”; “el cielo se ha desplomado
sobre nosotros”; “colegiales arregladas”, etc. A través de
este procedimiento, el emisor modelo se aproxima al receptor modelo,
el cual queda definido como un lector cómplice con los gustos y
apreciaciones de aquél. No
es fácil que un lector adolescente coincida con este receptor
modelo, y ello por
varios motivos: en primer lugar, porque las valoraciones sobre las
estrellas de antes exigen cierto grado de conocimientos
cinematográficos (concretamente sobre el cine norteamericano), que
los jóvenes raras veces poseen, y, además, porque dichas
valoraciones están asociadas a un tipo de gustos, reconocimientos y
disfrutes que no son los más frecuentes en la juventud de nuestros
días (“¿Qué estrellas?”). En segundo lugar, porque el paso del
tiempo ha ido cambiando los gustos. Y, por último, porque el autor
utiliza un término –glamour–,
que subraya el distanciamiento, es decir, lo que tenían de
diferentes, de inalcanzables y, por lo tanto de deseables, las
estrellas “glamourosas” de antes. La elección de este préstamo
(o xenismo) de origen francés es acertadísima para quien, como el
autor, ve en el galicismo una carga connotativa (exclusividad,
elegancia) que convoca indudables resonancias de otras épocas y
otros valores; es seguro que aquí el código castellano hubiera
cumplido deficientemente con el concepto. Por otra parte, Guelbenzu
ha sabido aportar ejemplos muy actuales y referencias quizás más
conocidas para el lector joven (la mención del suplemento
Tentaciones,
la relación de actrices contemporánea, reconocidamente atractivas)
en un intento inteligente de comparar “objetivamente” los hechos
y convencer: “No juzgo... hecho”.
El
emisor adopta un enfoque de irónico
distanciamiento respecto a la época actual, visible en expresiones
como “hoy todos los ombligos van al aire” o “puro ejercicio de
compraventa”; en cambio, su enfoque del pasado está presidido por
el acercamiento afectivo y sentimental: “el mundo de las
estrellas”, “el firmamento del cine”, “esos elegidos”.
El contraste entre
ambas épocas queda reforzado, de manera muy elegante, por dos
elementos intertextuales que a buen seguro forman parte de la
experiencia biográfica del autor. El primero es muy claro –la cita
de una frase de Guillermo Brown, el protagonista de las novelas
infantiles de la escritora inglesa Richmal Crompton–; el segundo
–“el cielo se ha desplomado sobre nosotros”, que nos recuerda
el leitmotiv
favorito del jefe galo Abraracúrcix, personaje fundamental en los
cómics de Astérix y Obélix–, puede no ser tan evidente (cabría
interpretarlo también como un simple chiste, motivado por la
aparición inmediatamente anterior del sustantivo “estrellas”).
La intertextualidad, en cualquier caso, revela el verdadero
significado de las preferencias del autor, al conectar el mundo del
cine de hace treinta años con experiencias lectoras que
(probablemente) dieron forma a su educación sentimental[1].
Recursos que dan coherencia al texto ( sintaxis,
marcadores y conectores discursivos, figuras o recursos literarios o
estilísticos, )
Podríamos
decir, pues, que el texto se configura en torno al procedimiento
estilístico de la antítesis, la cual se constituye mediante muy
diversos recursos:
·
Contraste de los
tiempos verbales: la época del glamour se evoca mediante diversas
formas verbales de pasado (“fue”, “era”, “eran”,
“lucían”, “alcanzaron”, “tenían”, “distinguía”,
“entraban”, “suspendían”, etc.), mientras que a la época
actual, nada glamourosa, le corresponden tiempos presentes (“acusan”,
“estoy pensando”, “caracterizan”, “resulta”, “manda”,
“cambia”, “responden”, “van”, “favorece”, “permite”,
etc.) o de pretérito perfecto compuesto (“han desaparecido”, “ha
habido”, “ha desplomado”), que aunque indican pasado sitúan
éste en una relación de mayor proximidad respecto al emisor.
·
Los elementos
deícticos temporales también señalan de forma muy clara la
alternancia entre los dos momentos temporales y las dos
circunstancias estéticas de las que trata el texto: frente a los que
evocan el pasado (“hace apenas treinta años”, “aquél[2]”),
otros marcan claramente el tiempo presente del autor (“ahora”,
“de hoy”, “ahora”, “culto actual”, “estrellitas
actuales”, “hoy”).
·
En este mismo
sentido puede analizarse la abundancia en el texto de estructuras
sintácticas adversativas (la conjunción pero aparece ocho veces) y
concesivas (aunque aparece una vez), que sirven para expresar los
contrastes de hechos, ideas y opiniones. Veamos algunos ejemplos
donde la oposición es transparente: “no hay dos Lou Reed, pero hay
centenares de Britneys Spears”; “el culto actual a la velocidad,
a la prisa, al logro urgente, favorece el intercambio urgente, pero
no permite el tiempo de reposo que necesita un símbolo;”también
era un estereotipo la rubia, pero ¡vaya si se distinguía a Lana
Turner de Marlene Dietrich!
También
los recursos léxicos
favorecen la cohesión textual. El principal de ellos es la presencia
de un campo semántico muy coherente, que se podría definir como el
del mundo del cine (“remakes”,
“efectos especiales”, “personaje”, “glamour”,
“pantallas”, “repertorio”, “la rubia”, “espectadores”,
“salón”, etc.), con un elevado peso específico en la selección
léxica. En la configuración de este campo semántico es esencial un
caso de la relación hiperonimia-hiponimia: me refiero, claro está,
a la que existe entre el hiperónimo actor/actriz
y sus hipónimos (la veintena de nombres propios de actores y
actrices que se citan a lo largo del texto). Por otra parte, la
repetición del sustantivo estrellas
(aparece en no menos de doce ocasiones) es otro aspecto fundamental
de la cohesión léxica, no sólo por su abrumadora recurrencia, sino
porque en torno a él se concentra un conjunto de significados
históricos, culturales y estéticos (los que evocan los nombres de
actores y actrices), así como interesantes muestras de
desplazamiento metafórico (“firmamento del cine”, “lucían”),
chistes (“el cielo se ha desplomado sobre nosotros”), aspectos
connotativos (el adjetivo “fugaces”, que aquí adquiere un doble
sentido, pues no sólo denota lo efímero de los intérpretes
contemporáneos, sino que se asocia connotativamente al hermoso
fenómeno de las “estrellas fugaces”) y diminutivos claramente
despectivos (“estrellitas”).
6.
COMENTARIO CRÍTICO.
Es
difícil no estar de acuerdo, en términos generales, con José María
Guelbenzu, no sólo porque, en efecto, su diagnóstico de la
situación del cine actual es bastante atinado, sino porque el
novelista madrileño practica aquí una suerte de meditación
nostálgica (“cualquier tiempo pasado fue mejor”, que diría
Jorge Manrique), que siempre suele obtener buenos réditos, ya que
apela a ese fondo melancólico que en toda persona adulta se va
formando con el paso del tiempo y con la decantación inevitable de
las experiencias de la vida.
Por
otra parte, el análisis de Guelbenzu no toca un tema tan
superficial, tan “frívolo”, como pudiera parecer a primera
vista. Los tres párrafos finales establecen una relación entre la
evolución del mundo de las ficciones cinematográficas y algunas
tendencias claves de nuestra sociedad contemporánea. Guelbenzu pone
de relieve el sentido profundo de la pérdida del glamour,
su carácter de símbolo social y cultural; no se trata de un
fenómeno de igualación democrática, que tal vez fuera saludable e
incluso plausible, sino de una consecuencia más de la sociedad
materialista en la que vivimos, cuyos ciudadanos son incapaces de
aceptar el mito, el símbolo, el ejemplo de los mejores, y en cambio
en congratulan en la identificación con lo banal y lo mediocre.
En
todo caso, el enfoque nostálgico de Guelbenzu, tan intensamente
subjetivo (la selección de actores y actrices que él practica no se
debe a otro criterio que el del libérrimo gusto personal) puede
combatirse en sus mismos términos. ¿O es que acaso no sobrevive el
glamour
de los dorados tiempos de Hollywood, eso sí, transformado,
actualizado, adaptado a las características de una sociedad más
escéptica y descreída que la de hace cuarenta años, incluso en el
terreno mundano de la “adoración” a las estrella
cinematográficas? También hay glamour
en un Harrison Ford, en un Sean Connery –a quienes algunas
encuestas consideran el hombre más sexy
del mundo-, en una Michelle Pfeiffer, en una Julia Roberts, en la
hermosa Nicole Kidman, que recuerda con su porte elegante y
distanciado a Grace Kelly, quien encarnó hasta tal punto la
expresión del glamour
que acabó por contraer matrimonio con un príncipe de Mónaco.
Además,
el glamour,
como los buenos vinos, necesita un tiempo de maduración, de reposo.
El inolvidable Cary Grant, a quien Guelbenzu cita en primer lugar de
su lista de actores con un aura especial (y, probablemente, no haya
elección más certera), no logró afianzar su carisma y su
magnetismo en su primera película. A Gwyneth Paltrow o a Cameron
Díaz les quedan todavía mucho tiempo y filmes por delante. Es muy
probable que dentro de treinta años cualquier articulista vuelva la
vista al pasado y compare nostálgicamente el brillo de estas dos
estrellas con la mortecina vulgaridad de las starlettes
de su propia época.
Este Documento pertenece a la
plataforma Lengua en Secundaria.com que dirige Eduardo-Martín
Larequi García.
[1].
José María Guelbenzu, novelista, articulista y editor español,
nació en 1944; sus años de formación coinciden, por tanto, con
una época en la que el llamado star-system
de Hollywood ya estaba de capa caída. No obstante, todos los
actores y actrices que cita en el primer párrafo estaban vivos
durante la juventud y madurez del escritor, lo que le ha permitido
una identificación afectiva más duradera y permanente que si
se hubiera tratado de meras figuras históricas.
[2].
El pronombre demostrativo aquél
puede ser considerado tanto como un elemento deíctico (si suponemos
que evoca el tiempo pasado), como anafórico. Su referente textual
sería en tal caso “el mundo de las estrellas”, rememorado por
el autor en el primer párrafo.
https://cmplenguayliteratura.wordpress.com/curso-0809/3%c2%ba-eso/1%c2%aa-evaluacion/contenidos/el-reportaje/
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