COMENTARIO RESUELTO DE UNA COLUMNA DE OPINIÓN
La
conciencia
JUAN JOSÉ MILLÁS
En la antigüedad teníamos más metros cuadrados que cosas. Ahora, en cambio, tenemos más cosas que metros cuadrados. Hace años, podías recorrer un pasillo de 15 metros sin tropezar con un solo mueble. Ahora no puedes dar dos pasos sin estrellarte contra una bicicleta estática, una vajilla de Chillida o la armadura de una tienda de campaña. Mucha gente cambiaría los objetos por metros cuadrados; el problema es que la mayoría de esos trastos sólo tienen un valor romántico, que no cotiza ni en los mercadillos de pueblo. Ya me dirán para que sirve la maleta de madera con la que papá se fue a Alemania, el televisor en blanco y negro que conservamos absurdamente debajo de una cama o la impresora portátil que compramos hace 15 años por si acaso (¿por si acaso qué?).
Lo bueno, ahora lo comprendemos, eran los metros cuadrados. No hay cosa mejor que cien o doscientos metros cuadrados, todos juntos, sin más objetos que la foto del abuelo en la pared del pasillo y una alacena en el comedor. Construir viviendas pequeñas por sistema es como escribir frases cortas por obligación. La frase corta funciona bien como desván, como cuarto trastero, como altillo en el que introducir una o dos ideas pequeñas (las que caben en una columna, por ejemplo). Pero para vivir, para respirar, para estar a gusto, nada como un piso de seis o siete habitaciones, cuatro exteriores y tres interiores, además de la cocina, el baño y los aseos. Ahora, dada la escasez de metros cuadrados y la abundancia de cosas, ha aparecido un negocio nuevo, el de los trasteros que guardan toda esa basura doméstica. Hemos vendido el alma (o los metros cuadrados) a cambio de cosas que brillaban, de espejuelos con los que no sabemos qué hacer. Deberíamos regresar a la frase larga, a la oración compuesta, al pasillo de 15 metros de largo. A la conciencia.
El País 09/05/2008
JUAN JOSÉ MILLÁS
En la antigüedad teníamos más metros cuadrados que cosas. Ahora, en cambio, tenemos más cosas que metros cuadrados. Hace años, podías recorrer un pasillo de 15 metros sin tropezar con un solo mueble. Ahora no puedes dar dos pasos sin estrellarte contra una bicicleta estática, una vajilla de Chillida o la armadura de una tienda de campaña. Mucha gente cambiaría los objetos por metros cuadrados; el problema es que la mayoría de esos trastos sólo tienen un valor romántico, que no cotiza ni en los mercadillos de pueblo. Ya me dirán para que sirve la maleta de madera con la que papá se fue a Alemania, el televisor en blanco y negro que conservamos absurdamente debajo de una cama o la impresora portátil que compramos hace 15 años por si acaso (¿por si acaso qué?).
Lo bueno, ahora lo comprendemos, eran los metros cuadrados. No hay cosa mejor que cien o doscientos metros cuadrados, todos juntos, sin más objetos que la foto del abuelo en la pared del pasillo y una alacena en el comedor. Construir viviendas pequeñas por sistema es como escribir frases cortas por obligación. La frase corta funciona bien como desván, como cuarto trastero, como altillo en el que introducir una o dos ideas pequeñas (las que caben en una columna, por ejemplo). Pero para vivir, para respirar, para estar a gusto, nada como un piso de seis o siete habitaciones, cuatro exteriores y tres interiores, además de la cocina, el baño y los aseos. Ahora, dada la escasez de metros cuadrados y la abundancia de cosas, ha aparecido un negocio nuevo, el de los trasteros que guardan toda esa basura doméstica. Hemos vendido el alma (o los metros cuadrados) a cambio de cosas que brillaban, de espejuelos con los que no sabemos qué hacer. Deberíamos regresar a la frase larga, a la oración compuesta, al pasillo de 15 metros de largo. A la conciencia.
El País 09/05/2008
1.- TIPO DE
TEXTO.
Este artículo o columna ha sido escrito por J. J. Millás colaborador en el periódico “El País”, por lo que es de suponer que posee un alto grado de formación y conocimientos. Él quiere dar a conocer al lector que nos equivocamos al cambiar el espacio y el sosiego por los objetos inútiles, es decir, critica el materialismo que domina hoy en nuestra sociedad.
Es un texto
divulgativo: el receptor del texto será un público extenso, los lectores de “El
País”, un periódico nacional de carácter más bien progresista. Puede destinarse
a aquellas personas que amontonan trastos inservibles en sus casas, las cuales
no tendrán dificultades para comprender el artículo. Lector que, por otro lado,
no necesitará grandes conocimientos previos.
CARACTERÍSTICAS
LINGÚÍSTICAS DEL TIPO DE TEXTO
(Recordemos las características de una columna, aunque OJO : NO DEBEMOS PRESENTAR LA TEORÍA QUE HEMOS ESTUDIADO DEL TIPO DE TEXTO, SI NO EJEMPLIFICAMOS. PARA COMENTAR HAY QUE VALORAR, EJEMPLIFICAR, EXPLICAR. DE LO CONTRARIO, UTILIZAREMOS EL TEXTO COMO PRETEXTO)
· El emisor es una
persona conocida que escribe sobre temas variados y siempre firma la columna
(escritor/a, pensador/a, artista, etc.). El punto de vista es subjetivo y
personal. El periodista valora la actualidad y nos la presenta.
· Tienen un nombre
genérico, un título que identifica a las columnas del mismo escritor/a de forma
permanente.
· Aparece siempre en la
misma página o apartado del periódico.
· Habla sobre temas de
interés y de actualidad.
· Se utiliza una
redacción sencilla y breve, aunque el periodista puede utilizar todos los recursos
literarios para llamar la atención ( inclusive el humor o la comicidad).
· Son periódicas
(diarias, semanales…).
-Subjetivismo
El autor escoge un tono subjetivo y un lenguaje connotativo.
Aparecen valoraciones y adjetivos que corroboran esto (”valor romántico”, l.8
). El emisor se coloca en un plural que domina todo el texto con lo que quiere
implicar al receptor, quitando importancia a su persona ( “conservamos”, “hemos
vendido”… ), aunque hay una referencia a la primera persona ( “ya me dirán” ).
-VOCABULARIO
(NIVEL LÉXICO-SEMÁNTICO)
El artículo gira en torno a un eje semántico que es el de
los bienes que crea un campo semántico. Las repeticiones también dan énfasis a
varios términos claves ( “metros cuadrados”, “frases”…) y la repetición sintáctica,
paralelismo, al comienzo del escrito, que mediante una comparación intenta
dejar claro el punto de partida. Se sirve de sinónimos para aligerar la lectura
( “cosas”, “trastos”, “objetos”, que son también palabras comodín ).
La función de los antónimos es muy importante ya que la oposición de términos hace aclarar algunas ideas ( “frases cortas - largas”, “en la antigüedad - ahora”) verdaderamente significativas. Esto último se relaciona con la deixis de tiempo “antes… ahora… hace años”, ya que el autor compara constantemente el pasado y el presente.
Un campo semántico es el de la vivienda, que contiene una serie de lugares, como pasillo, desván, y muebles como alacena, cama, y electrodomésticos, televisor, etc. Palabras que hacen que el texto funcione como un todo.
La elipsis contribuye a crear una lectura más rápida y entretenida, y las hay verbales y de nombre “(deberíamos regresar) a la conciencia”. Función similar es la de las anáforas (”lo comprendemos”)
La función de los antónimos es muy importante ya que la oposición de términos hace aclarar algunas ideas ( “frases cortas - largas”, “en la antigüedad - ahora”) verdaderamente significativas. Esto último se relaciona con la deixis de tiempo “antes… ahora… hace años”, ya que el autor compara constantemente el pasado y el presente.
Un campo semántico es el de la vivienda, que contiene una serie de lugares, como pasillo, desván, y muebles como alacena, cama, y electrodomésticos, televisor, etc. Palabras que hacen que el texto funcione como un todo.
La elipsis contribuye a crear una lectura más rápida y entretenida, y las hay verbales y de nombre “(deberíamos regresar) a la conciencia”. Función similar es la de las anáforas (”lo comprendemos”)
-MORFOLOGÍA
Millás expresa, en cierto modo, su enfado en el escrito y
parece tener seguridad en lo que dice - prueba de ello es el tiempo verbal
dominante, el presente -. El humor ha de ser destacado, aparece en ciertas
secuencias (”ni en los mercadillos de los pueblos” l. 8-9 ) y un tono irónico
perceptible ( “un negocio nuevo” l. 25-26)
SINTAXIS
La sintaxis es sencilla, no hay muchas oraciones compuestas y, las que aparecen, son coordinadas o subordinadas muy cortas. Abundan las estructuras paralelas para contrastar la forma de vivir de antes y la de ahora.
2.-.
Registro lingüístico.
El registro es estándar, el propio de los medios de
comunicación, con algún rasgo coloquial como “cosas”, “trastos”, “la foto del
abuelo”… El lector deberá conocer quién es Chillida o qué es una alacena.
3.-.
Funciones del lenguaje.
L a función
poética sirve para embellecer el mensaje, y prueba de ello son las
comparaciones (línea 18 ) y las metáforas ( línea 26 ), así
como las preguntas retóricas. Las diferentes enumeraciones de sustantivos
sirven para explicar mejor con las diferentes estancias o los objetos que se
acumulan en las casas.
Destaca en el texto un recurso literario, una metáfora, que expresa lo que somos: nuestra alma traducida a bienes materiales; somos “metros cuadrados”, porque eso es lo que nos caracteriza.
Destaca en el texto un recurso literario, una metáfora, que expresa lo que somos: nuestra alma traducida a bienes materiales; somos “metros cuadrados”, porque eso es lo que nos caracteriza.
La función
apelativa del lenguaje aparece al implicar al receptor, por medio de las
preguntas o las apelaciones. El autor nos da a conocer lo que piensa, función
expresiva, pero también nos informa, función referencial, o por medio de
metáforas, línea 27, desarrolla la función poética.
4.- MODO DEL
DISCURSO. Estructura del texto.
En el texto predomina en conjunto la argumentación. El autor
se sirve de razones para sustentar su tesis. La ARGUMENTACIÓN MEDIANTE EJEMPLOS
se ve a lo largo de todo el texto y el escritor intenta expresar el sentir de
la sociedad para apoyar su opinión. Otra tipología es la narración, en especial
en el primer párrafo ( “En la Antigüedad teníamos, ahora tenemos, hace años,
etc.)
Aunque el texto es argumentativo, el autor no usa excesivos
conectores supraoracionales ni ordenadores del discurso, porque solamente hay
dos párrafos. Se puede anotar “en cambio” y “pero” como restrictivos (carácter
adversativo: corrigen, restringen el significado de lo anterior) , y “además”
(23) y “por ejemplo” para añadir ideas o ejemplificar ( carácter copulativo o
de adición de ideas, de conceptos).
Podemos
encontrar los siguientes apartados en el texto ( que corresponden a la Introducción, Desarrollo y Conclusión de un artículo de opinión):
( resumimos las ideas principales y las secundarias en cada uno de los tres apartados)
1. Antaño teníamos menos trastos y más espacios
1.1. Ahora tenemos todo lleno de cosas
1.2. La gente cambiaría las cosas por espacio
1.3. Los trastos no tienen ningún valor
2 . Comparación entre las frases y el espacio de las viviendas.
2. 1. La frase corta es como la casa pequeña.
2. 2. La frase larga es la vivienda grande
3. Deberíamos volver a la situación de antaño, al espacio, a la conciencia.
5.- TEMA
El tema, que aparece al final del texto, es el cambio que ha
habido entre la concepción de la vida de antes y de ahora, y cómo el
materialismo y el consumismo nos impiden respirar, en definitiva, tener
conciencia.
6.- CONCLUSIÓN.
Todo se limita a un trueque, pero muy mal hecho, según
Millás. El autor se vale de un recurso literario, una metáfora, que expresa lo
que somos, para que el lector imagine de forma plástica y visual lo que es
nuestra vida: nuestra alma traducida a
bienes materiales; somos “metros cuadrados”. Pero así no tendremos conciencia.
No debe ser eso lo que caracteriza al ser humano. Los bienes materiales no
deberían ser nuestra esencia.
Es decir, se ha vendido nuestra esencia por trastos
atractivos, espejuelos inútiles, traicionando nuestra conciencia.
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